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21 mayo 2007

PAYASOS SIN FRONTERAS

Dónde nace la gente.
De qué color se tiene el corazón
atrás de los veranos,
al sur del agua,
debajo de la última escombrera.
De qué color
pinta de rojo la sangre los alambres.
No sueñan con volver
sino con quedarse.
De qué color pintamos
la línea que separa los panes y las heces,
con qué poca vergüenza
nos lavamos la cara cada día,
de qué color pintamos la memoria.
Ahora puedes decirme lo que quieras;
en este asunto no hay víctimas colaterales:
llegan sangrando,
dejándose los pies en el camino,
sumándole su nombre a la estadística.
De qué color viene en los mapas
la dignidad,
al sur de qué cadena comercial,
a qué sabe la sal del mar,

a qué huele el motor de una patera.

Dónde nace la gente.
De qué color se tiene el corazón.

Cómo nos han podido convencer.

Ahora van a poner una valla más alta.
Yo propondría un dique,
u
n show de Truman,
un gran hermano negro

donde en lugar de votos se dieran puñaladas.

A qué sabe la sal del mar.
Con qué poca vergüenza
nos lavamos la cara cada día.
Date la vuelta; descubre tu viaje
y encuentra tu patera.
Busca tu línea de playa
y habítala con lo que quieras:
sus ojos,

un desayuno simple de leche con galletas...
Mientras tanto
deja que otros

ejerzan de payasos sin fronteras.


Pablo Mir

1 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Tal vez ya el color no sea un velo, tal vez nuestra mirada esté cubierta por el miedo a la procedencia del caminante errante que viaja hacia un futuro, viajero capaz de pagar el peaje más alto en pro de lo idílico. Me parece entender que se teme al prejuico del que procede de ciertas tierras no al color, mi daltonismo solo me permite apreciar dos: el negro -muerte- y el verde -esperanza-

29 mayo, 2007 04:16  

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